¿Cuándo cambiamos el punto seguido
por el punto final?
¿Fue en ese momento en el que tus ojos brillaban?
¿O quizás cuando decidimos
que no todo era lo que parecía
aunque sí era lo que queríamos?
Todo aquello era nada
nuestra nada
la que me hacía dar vueltas en la cama
y a ti te daba vueltas la cabeza.
No llores aún
que aunque todo lleve tu nombre,
y nos obsesionemos con que acabó,
no se acaba lo que se recuerda
y yo te llevo a ti en lo más hondo de mí
para no perderte
ni cuando quiera olvidarte,
y para no recordarte
ni cuando quiera sentir de nuevo tus te quiero
que me hacían entrar en calor
todas las noches frías de septiembre
en las que lloraba por tenerte conmigo,
y en las que morías
por tenerme entre tus brazos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario